La parálisis por análisis es un término que comenzó a emplearse en computación, para hacer referencia a aquellos proyectos en los que no se avanzaba, o no llegaban a desarrollarse, por caer en una permanente fase de análisis previo. Más tarde la psicología lo convirtió en síndrome, al tratarse de una conducta que podía aplicarse a cualquier faceta de nuestras vidas. Para la que a nosotros nos interesa, que es la escritura, se trataría del estado en el que una persona no llega a escribir, o no avanza en su escritura, por estar atrapada en un ciclo de evaluación constante.

Puede ocurrir en cualquier fase del proceso de creación de una obra. En el inicio, cuando únicamente tenemos una idea y nos sentamos a desarrollarla en nuestra cabeza para valorar su recorrido: si merece la pena escribirla, si el tema es interesante, si solo se trata de una anécdota de la que poco más se puede contar… También ocurre con cuestiones más fundamentales, como elegir al narrador, desarrollar los personajes u organizar lo que queremos contar. Y, si además se trata de una obra en la que la documentación es importante, podemos llegar a estirarnos hasta el infinito estudiando un tema en concreto.

También ocurre cuando decides sentarte a escribir: hay veces que la obsesión con que cada párrafo quede perfecto, impide que avances en contar la historia. Y cuando llega la fase más importante, que es la corrección, puede que leas, releas, cambies, vuelvas a cambiar… siempre con la sensación de que tu obra todavía puede mejorarse. Borges afirmaba que «publicar es la única manera de dejar de escribir», para que veas que, en ese bucle, todo escritor se ha visto atrapado.

Las razones para caer en una parálisis por análisis pueden ser diversas, desde el miedo al fracaso o el perfeccionismo, hasta la sobrecarga de información o la falta de confianza. Pero si alguna vez has sentido ese bloqueo, en el que solo piensas en escribir mientras no avanzas en la escritura, aquí te damos algunas claves para superarlo.

1. Define objetivos a corto, medio y largo plazo.

Quieres escribir una novela. ¡Perfecto! Pero empieza escribiendo un capítulo. Es más, empieza escribiendo una escena. Asimilar que vas a tener que escribir muchas páginas, que además van a requerir su tiempo, puede ser complicado y colocarte frente al abismo. Ve poco a poco, cumpliendo objetivos pequeños, abarcables, y avanzarás de una mejor manera.

2. Acepta que la opción perfecta no existe.

Cuando estés escribiendo, intenta poner el foco en lo imprescindible: en contar bien tu historia. Es fácil distraerse en los detalles, por lo que es mejor que los ignores, al menos hasta que tengas un primer borrador. Si te atascas en una escena porque no crees que haya quedado como te gustaría, déjala para otro momento y sigue avanzando. Es mejor dejar un espacio en blanco, o subrayar partes del texto que tienes la seguridad que habrá que retrabajar, que quedarte como estatua de mármol en ese punto. Piensa que la escritura está viva y que siempre puedes cambiar de idea. No merece la pena obsesionarte con algo que, es muy probable, cambiará más adelante.

3. No tomes grandes decisiones.

En el instante anterior a escribir un texto de ficción, absolutamente todo vale. Pero en el momento en el que escribes una primera línea, empiezas a ponerle puertas al campo. Si eliges un narrador en primera persona, habrá cosas que puedas hacer y otras que no; y así con todos los elementos que compongan tu obra. Escribir es decidir, constantemente. Entiende que no hay una gran decisión, sino que vas tomando pequeñas decisiones poco a poco que dan como resultado la historia que quieres contar. No te tomes ninguna de esas decisiones como la absoluta, la definitiva, la incuestionable. Tómatelas como un peldaño más en tu escalera, como una parte de un todo al que llegarás mediante una suma.

4. Cuenta con alguien.

Somos una escuela de escritura, por lo que debemos decirte que sabemos sacarte de esa parálisis. Pero también es importante que te rodees de gente cuyo criterio valores, ya que muchas veces, lo que a ti puede parecerte un atasco, para otros no es más que un asunto de fácil solución. Siempre todo se ve mejor desde fuera, así que pregunta. Puede que tu obsesión no tenga sentido, o puede que sí lo tenga, en cuyo caso, esa persona va a saber ayudarte. Los demonios, se comparten.

5. Y fíate de tu intuición.

Porque cuando hay millones de caminos, multitud de opciones diferentes que valorar para tomar una buena decisión, la intuición no puede quedarse relegada: lo que te dice tu interior, por encima de la lógica y de la técnica, probablemente es más acertado que un concienzudo análisis.

 

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